Charles
Darwin, autor de “El origen de las especies” (título original en inglés: On the
Origin of Species), publicado el 24 de noviembre de 1859, decía que no
sobrevive la especie más fuerte, sino la que mejor se adapta al entorno. Algo
parecido podríamos decir de las empresas, no sobreviven las más grandes, sino
las que mejor se adaptan a los cambios de su entorno.
En la pasada Feria de Málaga, una fiesta que por
cierto animo a conocer y vivir a todos los que aún no la conocen, mi amigo
Pedro Martínez y yo estuvimos compartiendo algunos puntos de vista sobre los
grandes cambios que ha experimentado la ciudad de Málaga en las últimas
décadas. Tanto él desde su labor en una de las cadenas de televisión y radio de
Málaga, como yo desde mis trabajos de marketing y publicidad en la zona,
coincidíamos en que los comercios y negocios de la ciudad han dado un cambio
radical. Muchos son negocios nuevos con nuevos enfoques, otros se han adaptado
renovándose de forma total, y por desgracia, hay otros que se niegan o se
enfrentan a lo que siempre se llamó “el progreso” y en consecuencia, están
inmersos en un proceso agónico que los ha convertido en “zombi-negocios”, y que
muy posiblemente acabará llevándolos al cierre.
El mundo se mueve a velocidades de vértigo y además,
los avances tecnológicos han generado nuevos negocios y nuevas formas de
entender y desarrollar los que normalmente llamamos negocios tradicionales.
Ahora bien, ¿Qué puede hacer una empresa tradicional para no quedarse
desactualizada en su modelo de negocio?
En un mundo en constante renovación no se
puede concebir o entender un modelo de negocio como algo estable, como algo que
una vez que lo inauguramos ya sólo requiere abrirlo por las mañanas, trabajarlo
y cerrarlo al final de la tarde, porque nuestro negocio también tiene que estar
en constante cambio y evolución para adaptarse al entorno y a los tiempos. Estos cambios no pueden ser aleatorios ni
para probar suerte a la desesperada, deben ser cambios proactivos y programados
cuando aún es viable económicamente y no esperar a cuando las opciones sean
“agarrarse a un clavo ardiendo, o caer al vacío”, del mismo modo que cuando
conducimos un automóvil frenamos y giramos a tiempo, y no nos esperamos a estar
frente al acantilado para desafiar las leyes de la física con frenazos y
volantazos.
Para lograr una adaptación continuada necesitaremos
fundamentalmente manejar las estrategias económicas y las estrategias de marketing,
así como sus tiempos y formas de ejecución. Si entiendes de esto, estupendo, si
no, lo aconsejable será contar con algún asesor o consultor especializado que
te sirva de apoyo.
Estas estrategias deben diseñarse a corto,
medio y largo plazo, deben ser medibles cuantitativa y cualitativamente y
contar con objetivos realistas, que sean los óptimos para nuestra situación,
hablamos de trabajar sobre los óptimos alcanzables, y no sobre los ideales
deseables. Planifica tu estrategia integrando el entorno y midiendo los costes
estructurales. Muchos negocios mueren por no saber o no poder adaptar sus
estructuras a las nuevas necesidades. Internet y el crecimiento de competidores
ha llevado a la reducción de márgenes, por lo tanto, estructuras que hace no mucho
eran rentables ya no lo son y deben ser actualizadas y adaptadas para volver a ser
competitivas manteniendo su rentabilidad.
Debemos hacernos a menudo preguntas básicas
como ¿Quién es ‘hoy día’ mi público objetivo y qué tendencias se mueven en mi
sector? Tal y como decíamos en el artículo El marketing y la
teoría de la vida en tres mundos “si no
aceptamos la situación ni adaptamos nuestra forma de pensar al futuro que ya
está aquí, las decisiones que tomemos estarán obsoletas antes de nacer”.
Ese Plan, o esas estrategias, deberían contemplar dónde pretendemos estar
dentro de 1 o 2 años como empresa, o nuestros ciclos de renovación estética o
decorativa de la parte que está en contacto con el cliente, así como la
formación ‘actualizada’ de nuestro equipo y de nosotros mismos.
Como el dinero nunca sobra, la adaptación
continuada requiere establecer unos niveles de prioridad para su aplicación,
partiendo de cosas fundamentales, pasando por cosas importantes y llegando
hasta los elementos accesorios. Así también podremos optimizar mejor las
inversiones en actualizar la empresa.
La actualización continuada, como cualquier
otra estrategia, también necesita su sistema para ser
aplicada y vinculada con la actividad y metabolizada, de lo contrario no servirá
de mucho. En cualquier caso, siempre es necesario contar con “índices de
referencia propios” para ir midiendo las situaciones y los tiempos, y dedicar
de forma sistemática algo de tiempo a la planificación de nuestra empresa.
David Carrascosa Mendoza